Historia
Memoria Histórica, Heráldica y Vexilológica del Excmo. Ayuntamiento de Calvarrasa de Abajo (Salamanca, 2008)
Petición de informe
El Ayuntamiento de Calvarrasa de Abajo, solicita con fecha 28 de abril de 2008 un informe para la adopción de Escudo y Bandera Municipal.
Una vez estudiados los antecedentes históricos y heráldicos, se emite al respecto el subsiguiente informe-propuesta, con la finalidad de asesorar al Ayuntamiento de Calvarrasa de Abajo, para que este pueda incoar el correspondiente expediente de adopción de Escudo y Bandera Municipal.
Normativa Legal
La rehabilitación, adopción o modificación de Escudos de Armas, Banderas y Símbolos Municipales, se rige actualmente por la Ley Reguladora de las bases de Régimen Local, de 2 de abril de 1985. En la misma normativa se establece el procedimiento a seguir y las normas heráldicas y vexilológicas que deben observarse en la adopción de nuevas armerías y enseñas.
La aprobación de cualquier acuerdo sobre dichos asuntos está atribuida al Pleno Municipal, a tenor de lo dispuesto en el artículo 22.2b de la ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local, así como por el Real Decreto 2568/1986, de 28 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales, especialmente su artículo 186, que expresa: La concesión a las entidades locales de tratamientos, honores, o prerrogativas especiales, así como el otorgamiento a las mismas de títulos, escudos, banderas, blasones, lemas y dignidades, se efectuará por el órgano competente de la Comunidad Autónoma, previa la instrucción de expediente. Igualmente lo preceptuado por el artículo 187: La adopción de escudos municipales requerirá acuerdo del Ayuntamiento pleno, con expresión de las razones que la justifiquen, dibujo-proyecto del nuevo blasón, informe no vinculante de la Real Academia de la Historia y aprobación por el órgano de gobierno competente de la Comunidad Autónoma.
En la Comunidad de Castilla y León se ha de tener además en cuenta el Decreto 105/1991 de 9 de mayo (BOCYL, n.º 92, de 16 de mayo de 1991).
Metodología
Se ha realizado una amplia investigación en los fondos de la Sección de sigilografía, las Colecciones de sellos en cera, lacre, etc. y asimismo se han consultado las principales obras sobre la materia en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia.
Al término de la misma, se llega a la conclusión de que el municipio de Calvarrasa de Abajo no ha utilizado ningún escudo privativo, sino el común a todos los ayuntamientos de España de cada época. Debe procederse, por tanto, al diseño de escudo y bandera municipal de nueva creación.
Para llevar a cabo la adopción de un nuevo Escudo Municipal, hemos de basarnos en el pasado histórico de este municipio, así como en su toponimia y en los monumentos que contiene. Para lo cual hemos llevado a cabo una exhaustiva investigación en la bibliografía más competente sobre la materia.
La aprobación de cualquier acuerdo sobre dichos asuntos está atribuida al Pleno Municipal, a tenor de lo dispuesto en el artículo 22.2b de la ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local, así como por el Real Decreto 2568/1986, de 28 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales, especialmente su artículo 186, que expresa: La concesión a las entidades locales de tratamientos, honores, o prerrogativas especiales, así como el otorgamiento a las mismas de títulos, escudos, banderas, blasones, lemas y dignidades, se efectuará por el órgano competente de la Comunidad Autónoma, previa la instrucción de expediente. Igualmente lo preceptuado por el artículo 187: La adopción de escudos municipales requerirá acuerdo del Ayuntamiento pleno, con expresión de las razones que la justifiquen, dibujo-proyecto del nuevo blasón, informe no vinculante de la Real Academia de la Historia y aprobación por el órgano de gobierno competente de la Comunidad Autónoma.
En la Comunidad de Castilla y León se ha de tener además en cuenta el Decreto 105/1991 de 9 de mayo (BOCL, n.º 92, de 16 de mayo de 1991).
Antecedentes y datos de interés de Calvarrasa de Abajo
Municipio perteneciente a la provincia, obispado y Partido Judicial de Salamanca. Está ubicado próximo a la capital de la provincia, abarcando una extensión su término municipal de 28,4 km², siendo la altitud en el núcleo urbano 789 m. Situado en la zona Noreste de la provincia, limita al Norte con los municipios de Aldealengua y San Morales, sirviendo de línea de separación el río Tormes; por el Sur lo hace con Calvarrasa de Arriba, siendo por el Este con Machacón y por el Oeste Pelabravo.
La Carretera Nacional N-501, que cruza el núcleo urbano es la principal vía de comunicación del municipio. Además, la próxima construcción de la Autovía que conectará Salamanca con Ávila y con ello mejore la comunicación con Madrid, afectará aparte del término municipal en su parte Sur. En lo concerniente a las comunicaciones, conviene destacar también la cercanía del municipio al Aeropuerto de Matacán, el cual se construyó en parte del término municipal.
Con esta diferencia de núcleos, se debe tener en cuenta la configuración de los mismos. Así, Calvarrasa de Abajo responde a las características del típico núcleo de la Meseta castellana, con calles estrechas y sin una clara definición en las alineaciones, con reducidos espacios públicos, que más bien se corresponden con vacíos urbanísticos que con espacios provocados o planificados, en relación con las necesidades de la evolución sin reglas urbanísticas propia de los siglos anteriores.
El municipio se distribuye en cuanto a caserío y población en dos núcleos diferenciados. El primero de ellos y principal es el de Calvarrasa de Abajo; el segundo, resultante de la implantación del programa de creación de nuevos pueblos en las zonas regadas del Tormes es Nuevo Amatos.
En cambio, Nuevo Amatos presenta una planta regular propia de núcleos de implantación originados en la política de colonización agraria llevada a cabo en los años 50-60, que se organiza en torno a una plaza en la que se localiza la iglesia. Como consecuencia de las transformaciones habidas con las modernas formas de producción agrícolas, la organización de las parcelas o lotes que componen este núcleo, pensada para una actividad agrícola y ganadera de la época, está produciendo variaciones en la tipología urbana original, que se traducen en la necesidad de unos mayores parámetros de ocupación y edificabilidad en los mismos.
El nombre de la población, compuesto, ha sufrido diferentes variaciones; así, como Calvarrasa o Calbarrasa ha aparecido la primera parte, además de cómo Calvarriza. Respecto a la segunda, los términos empleados han sido La Naya, Ayuso, Yuso y de Abajo.
En relación con la toponimia, conviene mencionar los trabajos realizados por Llorente Maldonado para toda la provincia. Respecto a los topónimos relacionados con Calvarrasa, comienza haciendo referencia al término Amatos, en relación con el despoblado de Amatos del Río y que en las actuales condiciones se puede asociar al término de Nuevo Amatos. Para él, cabría la posibilidad de que derivase del término céltico Ambatus, antropónimo relacionado con la explotación agrícola, pero es difícil constatarlo, pues el autor es partidario de considerar los territorios correspondientes con dehesas y no con aldeas u otros núcleos de población.
De origen latino califica el mismo autor el término Calvarrasa. Tiene arcaísmos léxicos, como los tienen Villalba y Montalvo, por ejemplo, que son desconocidos en la evolución de la lengua coloquial en el periodo de la Edad Media, motivo principal para suponer el origen directo latino.
Respecto al término Anaya, o Danaya, podría estar haciendo referencia a la primera ocupación de pobladores de origen vasco. Así, Anai –a, es un nombre vasco de parentesco que significa hermano, lo que permitiría incluirlo en el modelo de ocupación original. Pero del mismo modo, el término Anaya podría estar recordando el nombre de una familia o un clan, de los más antiguos y famosos salmantinos, muy probablemente de origen vascón.
El mismo autor considera que Calvarrasa de Abajo forma parte de El Campo de Salamanca. La identificación de este Campo con los Cuartos de Baños y de Peña del Rey, excluida la franja serrana meridional encuentra fuerte apoyo en el sentir de los pueblos de la zona. Desde principios del siglo XVIII, en que comienzas a perder importancia los límites históricos antiguos, el campo absorbió determinadas zonas vecinas.
El relieve de la provincia salmantina está aparentemente dominado por la penillanura, conformando un horizonte con cierta ondulación y dominado hidrográficamente por el río Tormes. Es dentro de esta generalización donde se encuentra la conformación característica de los territorios del término municipal de Calvarrasa de Abajo. Dentro del entorno producido por el trabajo erosivo del Tormes, encontramos en la zona de influencia histórica de sus márgenes un descenso hacia él, desde las campiñas, a través de escalones dibujados por las terrazas o a través de cortes o perfiles más bruscos y resaltes de areniscas. Sus depósitos aluviales y tierras más feraces, en torno a los 780 metros, han permitido históricamente un aprovechamiento más intensivo a partir de los regadíos tradicionales y, en la actualidad, la expansión de los regadíos modernos.
De modo más particular, partiendo de la generalización de la vega del Tormes, Calvarrasa de Abajo está dentro de esa zona de dominio de las terrazas fluviales, siendo también influenciado por el Regato de Solana, el cual conforma unos terrenos aluviales y genera fondos lacustres. Las formas planas con suave ondulación que dominan la práctica totalidad del término se tornan en relieves algo más pronunciados en la parte del mediodía, por la mayor lejanía respecto al Tormes. Este contraste se corresponde también con la diferencia de altitud, con una altura máxima de 832 metros en la zona denominada El Monte y una mínima de 780 que se corresponde con el cauce del río.
El clima se puede catalogar dentro del modelo climático mediterráneo continental, y dentro de este incluirlo en la zona bioclimática de Encinar Castellano, según indican los estudios realizados por el IOATO. Las características principales se pueden identificar con los seis meses, al menos, en que la temperatura baja en algún momento de los 0º C, en la fuerte oscilación térmica, tanto la anual como la mensual, semanal e incluso diaria. Las temperaturas medias anuales de la zona se sitúan en torno a los 11´8 °C, oscilando entre los más de 21º C de media en julio y los menos de cuatro en enero. Las precipitaciones registran un volumen anual en torno a los 450 mm, distribuidas irregularmente con un volumen principal en otoño, donde algunos meses superan los 50 mm y primavera y una estación netamente seca en verano, con agosto como mes de menor pluviosidad.
El modo predominante de explotación agrícola es el regadío, conformado tanto por la explotación del río y el regato como por la apertura de pozos. Además, aprovechando los cauces fluviales aparecen los chopos, rompiendo con la estructura parcelaria agrícola y delimitando la zona de escorrentía del agua. Las terrazas del Tormes, de origen cuaternario, conforman unos suelos generalmente fértiles, de diversa y rica composición en cuanto a composición, disminuyendo la calidad a medida que el terreno dista más del cauce del Tormes.
Estas características edafológicas hacen que el territorio destinado a la agricultura supere el 92% del no edificado, dejando un escaso margen a los prados y pastizales. Tan solo un 5,3% registra un uso forestal, por lo que en el término se matiza mucho el tipo climático de Encinar Castellano. El cambio de condiciones en la política agrícola propiciada por la Comunidad Europea genera, como en el resto del medio rural y agrícola español un futuro incierto para el sector. Respecto a la ganadería, en la segunda mitad del siglo XX se ha pasado de un tipo de explotación familiar a otro caracterizado por el régimen de estabulación y un volumen de mediana importancia, aprovechando las especies ovinas, bovinas y porcinas.
Las características edafológicas propiciadas por el río Tormes hacen que la zona presente una importante riqueza en materia minera, concretamente relacionada con la explotación de áridos. Con la superior actividad constructiva de los últimos años y coincidiendo con el agotamiento de yacimientos en la provincia, ha aumentado considerablemente el número de prospecciones que permitan localizar nuevos yacimientos.
La Carretera Nacional N-501, que cruza el núcleo urbano es la principal vía de comunicación del municipio. Además, la próxima construcción de la Autovía que conectará Salamanca con Ávila y con ello mejore la comunicación con Madrid, afectará aparte del término municipal en su parte Sur. En lo concerniente a las comunicaciones, conviene destacar también la cercanía del municipio al Aeropuerto de Matacán, el cual se construyó en parte del término municipal.
El municipio se distribuye en cuanto a caserío y población en dos núcleos diferenciados. El primero de ellos y principal es el de Calvarrasa de Abajo; el segundo, resultante de la implantación del programa de creación de nuevos pueblos en las zonas regadas del Tormes es Nuevo Amatos.
Con esta diferencia de núcleos, se debe tener en cuenta la configuración de los mismos. Así, Calvarrasa de Abajo responde a las características del típico núcleo de la Meseta castellana, con calles estrechas y sin una clara definición en las alineaciones, con reducidos espacios públicos, que más bien se corresponden con vacíos urbanísticos que con espacios provocados o planificados, en relación con las necesidades de la evolución sin reglas urbanísticas propia de los siglos anteriores.
Origen
Edad Media
A mediados del Siglo X se documentan los primeros intentos de inclusión en la órbita cristiana de las vegas centrales del río Tormes, posiblemente atraídos por el aumento demográfico que se registraba en esta zona, así y sobre todo, como por el impresionante aumento del volumen de excedentes agrícolas que se había conseguido en estas tierras.
Ante el avance poblador cristiano, las comarcas de La Armuña, Baños y Peña del Rey serán atacadas por las tropas musulmanas. Almanzor apreció el peligro que tenían las incursiones cristianas por la facilidad con que podrían tomar posiciones en las montañas centrales de la Península Ibérica, una vez traspasada la línea del Duero y dotado de población la franja de tierra que comprendía la Extremadura. Así, con sus ataques, consiguió paralizar la repoblación por un corto periodo, llegando a tomar la ciudad de Salamanca.
El impulso que había conseguido frenar el caudillo árabe volvió a tomar fuerza a principios del Siglo XI, tras su desaparición. Hasta los hechos de la toma de Toledo por Alfonso VI en el año 1085 la repoblación se hizo a buen ritmo, pero siempre bajo la amenaza propia de una zona de frontera con límites difíciles de precisar y en constante alteración de los mismos. Con la toma de Toledo y las extensiones allende el Sistema Central, este espacio peligroso e inseguro, propio del resultado de disputa territorial entre reinos, pero también entre religiones enfrentadas, que había sufrido un control escaso propiciado por las dificultades de la vida dentro de él y por los peligros que ejercerle propiciaba a los estamentos de gobierno, verá ahora como es posible un mayor control por parte de los hombres del rey, al tiempo que recibirá de nuevo un fuerte impulso en el afán repoblador. Dentro de la evolución demográfica conviene destacar el gran dominio que estas generaciones de colonos y guerreros tenían de los espacios, pues son muy pocos los pueblos que han cambiado su emplazamiento.
Existe unanimidad entre los historiadores al considerar que, en el sector occidental, la llamada restauración de la ciudad de Salamanca será posterior a las de Segovia y Ávila. Este hecho lo basan en la interpretación que hacen de la documentación al comparar el grado de desarrollo evolutivo del concejo salmantino en relación con los demás. Aunque no está del todo constatado, algunos historiadores consideran que la amenaza almorávide sobre Toledo, sitiada en dos ocasiones, años 1090 y 1097, va a obligar a dar prioridad a Segovia y Ávila, fortaleciéndolas y poniendo bases sólidas en su organización. El destronamiento sucesivo de los reyes de Taifas y la caída de Badajoz, el año de 1094, va a extender la amenaza musulmana hacia el sector más occidental, y más concretamente sobre la tierra salmantina.
La primera escritura de repoblación es una confirmación realizada en Zamora en 1136 por el emperador Alfonso a favor del obispo salmantino Berengario, en la que confirma la donación realizada por el conde Raimundo de Borgoña al obispo de Salamanca Jerónimo, de las iglesias y clérigos de Zamora y Salamanca con toda su diócesis. En ella se transcribe íntegramente la donación realizada por Raimundo de Borgoña en el año 1102.
La segunda escritura contiene una confirmación de la donación anterior realizada por Alfonso VI en 1107, cinco años después de la donación del conde Raimundo, prácticamente en los mismos términos, aunque con algunas pequeñas modificaciones que a continuación analizaremos, pues la importancia de ambos documentos nos obligará a su análisis pormenorizado, no ya tan solo por ser la primera constancia documental que tenemos de la llamada “repoblación”, sino mayormente porque nos proporcionan una información, tanto directa como indirecta, que nos permite una ligera aproximación a las circunstancias en las que se encontraba la ciudad del Tormes, a la vez que puede ayudar a contestar algunos interrogantes que se nos venían planteando.
El primer documento, aunque se trate de una confirmación dada por Alfonso VII en 1136, nos sitúa de lleno en la donación dada por Raimundo de Borgoña, el 22 de junio de 1102 al obispo de Salamanca Jerónimo y somete a la autoridad del obispo una serie de villas que Jerónimo tenía en préstamo del conde Raimundo en el momento de la donación, de manera que ningún merino o sayón tenga potestad sobre ellas.
El segundo documento está datado el 30 de diciembre de 1107, cinco años después del anterior. Se observan en él ciertas irregularidades. Pero posiblemente sea error del copista; la importancia radica no en la donación, que sería el origen de la mistificación, si es que la hubo, sino en las circunstancias que la rodean y que nos sirven para intentar reconstruir la situación de la ciudad en esos momentos.
Las primeras divisiones que se realizaron en el territorio de la actual provincia de Salamanca serán las religiosas, repartiéndose entre las diócesis de Salamanca y de Ciudad Rodrigo la mayoría del espacio. Además, la distribución que se propició por parte de la administración civil llevó a un reparto del mismo territorio prácticamente en torno a Salamanca, Alba, Béjar, Ciudad Rodrigo y Ledesma. Siendo este el reparto original, dentro de cada demarcación civil se procedió a una división de menor escala, basada en sexmos y cuartos, recordando las divisiones practicadas en las Comunidades de Villa y Tierra propias de la Extremadura Castellana. Solo la posterior evolución y reparto de poderes y territorios propiciará la formación de algunos enclaves autónomos dentro de estas divisiones originales, enclaves que pudieron ser bien de tipo señorial, bien como pueblas o bailíos de las órdenes militares.
El año de 1102 suele tomarse como el de la repoblación de Salamanca, basandonos en que ese año el conde, de origen franco y que participaba en las operaciones de la reconquista, Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI, dotó a la iglesia salmantina, regida por el obispo Jerónimo, el cual también tenía un origen franco. Cinco años después el rey aludirá al Conde como restaurador de la ciudad, la cual según el propio monarca había permanecido arruinada y sin ningún poblador debido a las acciones llevadas sobre ella por los bárbaros. En cualquiera de los casos, parece muy claro y aquí se ha expuesto, que hubo contactos anteriores de colonos, por lo que la acción de Raimundo de Borgoña podría considerarse únicamente como un primer paso de tipo más institucional.
En contra de los datos que apuntan al año 1102, la lectura del Tumbo Negro del Archivo de la Catedral de Zamora señala que el año 1161 fue el elegido por Fernando II para repoblar de manera y formal y definitiva las tierras de Salamanca.
Será una colonización predominantemente de grupos familiares campesinos, organizados y encuadrados en las comunidades de aldea y en la red parroquial, como célula base de organización social y convivencia, dueños de su propio trabajo y de su explotación agraria, con capacidad para heredar, donar, vender o intercambiar sus bienes y que van a dar lugar a la creación de unas formas de poder político y de organización social nuevo.
La primera noticia conocida sobre esas comunidades aldeanas procede de una donación que realizan Alfonso VII y su mujer Berenguela a su obispo Berengario, el tres de enero de 1136, sobre las aldeas de San Pelayo de Caicedo, Aldea de Pedro Cid, y otros, en la Armuña Occidental.
Parece que mediada la centuria del siglo XII, la colonización si parece que haya desbordado el río Tormes, y también el control político y administrativo. Y parece claro que entre sus pobladores se encontraban los serranos, ya fuesen oriundos de esta zona o los de origen vasco-navarro y riojano, que terminarían siendo conocidos todos como serranos. Topónimos suyos podrían ser nombres como el del cercano Naharros. Otros grupos repobladores claramente identificados en la zona serían los de francos, cuyo nombre quedó registrado en el lugar de Francos.
La organización de los concejos, una vez asentadas las poblaciones y normalizados los modos de vida dentro de las aldeas y lugares, se basaba en la división de tareas entre los alcaldes y los jurados. En la mayoría de los lugares, el número de alcaldes era de dos, teniendo una capacidad muy reducida en materia judicial y lo mismo se puede decir en materia civil, mientras que en materia penal estaban totalmente desprovistos de autoridad. Los jurados, que también podían ser uno o dos, servían de enlace con las autoridades del concejo principal; ejercían tareas de vigilancia de términos y otras de escaso peso jurídico.
Las primeras referencias escritas documentadas en la actualidad sobre Calvarrasa de Abajo se sitúan en torno a los años centrales del Siglo XIII. Así, aparece entre los lugares incluidos en 1260 en el Arcedianato de Salamanca. Por estos primeros años de documentación se llama Calvarrasa de la Naya y como tal aparecerá en los primeros tiempos del medievo, diferenciándose de Calvarrasa de Genestal, actualmente Calvarrasa de Arriba.
En 1265 aparece incluida en un reparto de propiedades establecido por la catedral y los clérigos. El nombre otorgado es el de Calvarrasa de la Naya.
El lugar se incluía dentro del Cuarto de Peña del Rey, perteneciente a la Tierra de Salamanca. Este cuarto tenía por estas fechas de mediados del Siglo XIII una extensión de 370 km², incluyendo 51 lugares, lo que resultaba una extensión media de 7’3 km²/lugar, y alrededor de 17 pobladores por cada uno.
Parece claro que Peña del Rey es un lugar o un accidente geográfico que hay que buscar aproximadamente a mitad del camino entre la capital del alfoz y la Sierra, y sin duda dentro del cuarto que lleva su nombre; por la estrechez del cuarto, la localización aproximada del topónimo en cuestión resulta bastante fácil: Peña de Rey tenía que estar en una de las dos vertientes de la llamada antiguamente sierra menor entre peña de cabra y herreros de Salvatierra o Navagallega; y allí estaba, y está todavía hoy, aunque no aparezca en la toponimia menor. El topónimo está reseñado en donde menos se podía esperar, en una meritoria obrita de un maestro salmantino titulada “geografía física. Descriptiva del partido de Sequeros”, publicada en 1886. Se corresponde a la hoja de Membribe, pero ¿dónde? Si es la misma Peña fortificada por Ramiro II se tuvo que tratar de una ciudad o una fortaleza. Si no, podría ser un lugar destacado de la orografía, por lo que podría ser Peña Gudiana.
Aunque los artículos correspondientes al Fuero del que fue dotada Salamanca y su Tierra aluden a pobladores de muy diverso origen, hablándose entre otros de serranos, mozárabes, castellanos o portugueses, y conociéndose en la actualidad que estos se dividían internamente dentro de la ciudad llegando a tener incluso sus propios jueces y alcaldes, no parece todavía posible resolver las cuestiones que se suscitan en torno a si se realizó una división similar para el campo, siendo partidarios de ello algunos autores como Llorente. Es un dato que no se puede resolver con ayuda de la toponimia, pues resulta muy complicado, basándose en ella, unir líneas y territorios que se puedan relacionar con diferentes linajes o naturas.
El Fuero de Salamanca contiene las normas de convivencia que se dieron a sí mismos quienes repoblaron Salamanca y su Tierra en los años iniciales del siglo XII y las que añadieron otros salmantinos hasta la segunda mitad del siglo XIII. Así, no se redactó de una vez, sino que fue el resultado de un proceso histórico largo y complejo. Los temas que regula son muy diversos, no apareciendo recogidos de forma ordenada, aunque sí que se pueden distinguir una serie de bloques temáticos.
En el Fuero, la palabra sexmo hace siempre referencia a los linajes o naturas de los repobladores, nunca a las divisiones territoriales; y en él no aparece ninguna mención a las partes del alfoz, ni genérica ni específicamente; no se habla nunca de cuartos ni de un cuarto concreto, y solo incidentalmente, pero sin aludir a su condición de cuarto, aparece mencionado el topónimo Peña del Rey, como límite de una zona establecida a efectos penales. Todo esto parece indicar que la división en cuartos y la organización de los mismos son relativamente tardíos, o por lo menos lo es la denominación dada a los mismos.
Los cuatro cuartos históricos en que se dividía la Tierra de Salamanca fueron: Valdevilloria, La Armuña, Baños y Peña del Rey. Pese a esto, en 1265 figura en los documentos el cuarto de Corcavera, cuyas aldeas pasan a engrosar mayoritariamente el cuarto de Peña del Rey, en 1417.
Las primeras apariciones de Calvarrasa de Abajo en la documentación son mayoritariamente operaciones de compraventa de tierras, medidas en unidades llamadas huebras en la mayoría de los casos. Una huebra es equivalente a una yugada y se define como el espacio que se ara en un día. Se toma como extensión en términos de medida actual los 2.600 m².
En muchos de estos documentos se venden heredades o heredamientos. Las heredades y los heredamientos hay que considerarlos, para estos casos de la zona extremera como términos similares. Con estos nombres se está designando bienes que mediante transmisiones hereditarias han llegado a la posesión de una persona. Pero también tienen cabida en ellos los bienes adquiridos mediante compra, por lo cual se debe de considerar una realidad, la alusión por igual, de modo mixto, mezclándose bajo el concepto de heredad tanto los bienes heredados como los comprados. Con todos estos datos, se puede extraer la conclusión de que desde el punto de vista jurídico, que sería el que realmente apareciese en estos documentos de compra venta, la heredad la componen todos los bienes vinculados a un individuo, constituida por aquellos heredados directamente de sus padres o familiares y los adquiridos por compra, matrimonio u otro tipo de adquisición.
De mayor dificultad resulta analizar los elementos que componían una heredad en las tierras salmantinas. Analizando los datos procedentes de la documentación de nuestro lugar, extraemos que se vinculaban casas, palomares, solares, eras, faceras, tierras, viñas, huertos, prados, pastos, montes y fuentes. No hay datos que permitan considerar la inclusión de animales, árboles u otros tipos.
El primero de estos documentos menciona la venta de Pedro, hijo de “Dios nos lo dio” y Dominga Pérez, a Juan Martín, de dos yugadas de heredad, un palomar, un huerto, la era, cuatro aranzadas y media de viñas y una casa con su solar, por 1.700 maravedíes de la moneda blanca de la guerra. El volumen económico y el material de la heredad son bastante elevados. Se fecha en Salamanca, el 27 de febrero del año 1284. En el mismo documento se cita que anteriormente a ser de Pedro, ya pertenecieron a Miguel Martín Ferrero, lo que está mostrando la relativa facilidad para cambiar de manos de estas heredades.
El ocho de mayo de 1296 se fecha la venta de Juan Pérez y Pedro Pérez, hijos de Juan Pérez de Calvarrasa, al canónigo Juan Martín, canónigo de la catedral de Salamanca, de quince huebras de tierra en distintos puntos de este lugar, por 83 maravedíes de la moneda blanca de la primera guerra. Aparte de servir para comprobar como el citado canónigo participa en las dos operaciones mencionadas, acumulando propiedades en el lugar, el documento desglosa la composición de los terrenos vendidos. Así, menciona que cuatro huebras están en la carrera del Vado, donde son linderos de Pedro, Ramiro y Juan Bernabé, y Pedro Miguel y Maria Juanes. Otras dos son linderas de los hijos de D. Vidal, D. Simón y D. Martín. Otras cuatro son en el Forcayo. Otras dos están en el Taconal. En Val Bueno tres más. Una última en la carrera de Cuelgamures.
Tres días después, el 11 de mayo, volvía Juan Martínez a comprar propiedades en Calvarrasa, esta vez a Juan de Calvarrasa, hijo de Domingo Juan. La compra era una facera en los Huertos, por 100 maravedíes de la moneda blanca de la primera guerra. Esta facera, según consta en el documento, había llegado a Juan de Calvarrasa por heredamiento.
De nuevo el canónigo Juan Martínez compraba, el 2 de mayo de 1297, esta vez a Domingo Juanes Crespo, propiedades en Calvarrasa. Esta vez se componían de quince huebras de tierra, pagando 45 maravedíes. La composición era tres en la carrera de Pella y Bravo, otra lindando con Domingo de Pella y Bravo y los hijos de D. Nicolás. Cuatro en la Arrade de Pedro Frade. Dos y media al Lavaio de Gedas. Una lindera de D. Pascual de Refoyo. Media en el lugar de Lavaio. Otras tres en la carrera de la Viñuela. Una última lindera de Domingo Juanes de Refoyo.
Seguía Juan Martínez comprando propiedades en Calvarrasa de la Naya. Así, el 16 de marzo de 1299 compra a Sancho Pérez, hijo de D. Diego de Santibáñez de Perales, todo su heredamiento en Calvarasa de la Naya. Se componía de casas, casares, solares, tierras, viñas, eras, faceras, prados, montes, ejidos, pacilgos, aguas y navas. Pagó 1.000 maravedíes de la moneda que vale 10 dineros el maravedí.
Como se menciona en la relación de cuartos de la Tierra de Salamanca, en el año 1417, el cuarto de Corcavera, el quinto de los cuartos según algunos documentos del siglo XIII, desaparece, pasando la mayoría de sus aldeas a engrosar el número y territorio del cuarto de la Peña del Rey.
Los pleitos entre vecinos conservados ofrecen diferentes causas. Un ejemplo de motivo repetido en la práctica totalidad de lugares y villas del territorio peninsular es el de agresión e injurias. Así se registró uno, con fecha de cinco de mayor de 1496, entre Juan García y Catalina García, ambos vecinos del lugar.
Edad Moderna
Haciendo referencia a la Guerra de las Comunidades, en la cual la ciudad de Salamanca se mantuvo activa, siendo de dicha ciudad uno de los principales comuneros, D. Francisco Maldonado, el cuarto de la Peña del Rey mostró implicación por la causa comunera. Así se refleja en el documento, fechado en Medina del Campo el cuatro de mayo de 1521, en el cual se hace relación de los principales alborotadores de la ciudad de Salamanca. Entre ellos se menciona al sesmero del Cuarto de Peña del Rey, Martín Porras, sobre el cual se afirma que era partidario de tomar Monleón para la comunidad.
No solo la Guerra de las Comunidades alteró el modo de vida de las tierras del Duero. La Corona de Castilla y sus habitantes vieron ampliarse las posibilidades de éxito con la llegada a América en el año de 1492. El goteo de habitantes que, desde las tierras de la Meseta Norte, Andalucía y Extremadura, se produjo en el siglo XVI, la época de las grandes conquistas, tuvo su eco también en las tierras de Salamanca y concretamente en Calvarrasa de Abajo. Dos son los naturales del lugar que aparecen registrados en el Catálogo de Pasajeros a Indias. El primero de ellos fue Marcos Hernández, hijo de Marcos Hernández y de Elvira Sánchez, vecinos todos de este lugar. La fecha de anotación fue la del cinco de febrero de 1537, fechas en las que todavía se estaban efectuando operaciones de conquista, especialmente en el Cono Sur.
El segundo registrado presenta otras características diferentes. De nombre Martín González, era clérigo, natural de Calvarrasa de Abajo, incluida en la diócesis de Salamanca, anotación pertinente siendo clérigo. Sus padres eran Alonso Herrero y Martín González. La anotación se efectuó el 28 de mayo de 1565. La situación en el Perú no era ni mucho menos de control total del territorio y la población por parte castellana. Además, el oficio de clérigo, en un territorio hostil con los recién llegados, tuvo la máxima importancia, pues la conquista de América no habría sido lo que fue si no hubiese estado imbuida de un fuerte espíritu misionero, por el tono de cruzada heredado de los momentos anteriores en el Mediterráneo. Se puede considerar que espada y cruz caminaron de la mano.
En el año 1534, el obispado de Salamanca elabora un censo por cuartos. Aunque muchas de las aldeas del cuarto toman directamente sus cifras a modo individual, Calvarrasa de Yuso, como así se nombra, aparece junto a Machacón, Francos, Chenín y Castañeda. El número de vecinos pecheros que se registra es de 253, la cifra mayor del Cuarto, aunque correspondiendo a cinco aldeas.
Diferentes pleitos se registran en la Real Chancillería de Valladolid en los que aparecen vecinos e incluso el propio concejo del lugar. Cuatro de ellos comenzaban en la década de 1550 y muestran distintos procesos con el trasfondo común de la tierra y su propiedad. Así entre 1553 y 1557 se pleiteaba sobre los bienes hipotecados por Marcos Fernández para la seguridad de un censo que redimió Francisco Céspedes en calidad de fiador; en la misma época pleiteaban Andrés Polo y Bertol Sánchez, ambos vecinos del lugar, sobre el ajuste de cuentas de unos arriendos; la devolución de unos bienes ejecutados a Juan Crespo y Francisco Reburugo en pago de la renta de unas capellanías es el tercero de estos pleitos, que llevaron ambas personas contra Antonio de la Fuente, clérigo vecino de Salamanca; el último de ellos se daba entre el bachiller Antonio de la Fuente, vecino de Salamanca, con Juan Crespo y consorte.
Otros dos censos de importancia considerable para conocer la población de Calvarrasa de Abajo y su importancia poblacional en relación con el resto del cuarto, son los de 1587 y 1591. El primero, elaborado con objeto de registrar las pilas y vecindad que tiene cada lugar, villa y ciudad, se realiza a nivel general en toda Castilla. Este censo permite averiguar como en estos años finales del siglo XVI, Calvarrasa de Abajo es el segundo de los lugares del cuarto en cuanto a número de vecinos pecheros, con 130, solo por detrás de Escurial de la Sierra, con 140. Por fórmulas elaboradas en la actualidad, podemos estimar aquella población en 520 habitantes, incluso alguno más. Por otro lado, el cuarto sumaba en total 1.426 vecinos pecheros, lo que otorga a nuestro lugar un 9,1% del total de la población, una cifra muy estimable si tenemos en cuenta el número extenso de lugares que comprendía.
El censo de 1591 vuelve a resultar muy parcial. Lo más importante de él es el nombre que se otorga al lugar, Calbarriza de Yuso, pues el dato poblacional se elabora a nivel del cuarto, contando 3.140 vecinos pecheros, muy por encima del censo de 1587, debido fundamentalmente a que en este nuevo se contabilizan todos los lugares, tengan o no tengan pila bautismal.
Diferentes documentos permiten conocer algunos datos sobre arrendamientos y posesiones de tierras en el siglo XVI. Así, entre 1541 y 1543 se realiza un libro en el cual se incluyen los arrendamientos de casas y heredades hechos por el Cabildo en Calvarrasa de Yuso.
En 1568 se registra un pleito entre Bárbara de la Carrera y Juan Flores sobre la paga de siete fanegas de censo perpetuo sobre heredades en el lugar. Otro ejemplo es la venta que Pedro de Calvarrasa, Diego Herrero y Catalina de Arapiles, Maria Calvarrasa y Domingo de Sordos, en la cual incluyen una casa y una. El nombre del comprador era Francisco de Parada. Un último ejemplo es el documento fechado el 27 de agosto de 1580 en el cual se mencionan las viñas que correspondieron a María Céspedes y ana y Antonio Céspedes, situadas en Santa Marta y en Calvarrasa de Abajo.
En el año 1596 se registra en el libro de Veros Valores del Cabildo de la Catedral de Salamanca, las propiedades de la Santa Iglesia Catedral en ese año, con el fin de conocer las recaudaciones que se derivaban de ello. Primeramente se hace sumario del valor de los préstamos de la Mesa Capitular. Dentro del apartado correspondiente al cuarto de Peña del Rey, y anotados recibidos en especie y después a maravedíes, los datos sobre Calvarrasa de Abajo ofrecen que se recaudaba por trigo, cebada, centeno, mosto, garrubal y por menudos. A continuación se ofrecen las cifras referidas a las rentas del Cabildo; con los datos reflejados, se puede afirmar que no poseía el Cabildo ninguna posesión ni derecho en Calvarrasa de Abajo.
Participaba también el cuarto en la fábrica de la catedral; para ello diezmaba por trigo, cebada, centeno, mosto, menudos y corderos. El siguiente capítulo de diezmo son las Tercias del Estudio o Tercias de la Universidad. Los productos a diezmar volvían a ser el trigo, la cebada, el centeno, el mosto, las garrobas y los menudos. Las siguientes tercias se denominan Montamarta y en lugar de especificar por lugares, aparece la cantidad total correspondiente al cuarto. También se refleja el diezmo al Monasterio de Jesús de Salamanca y al de San Vicente, de modo que también diezma el cuarto en conjunto. A la Clerecía de San Lorenzo diezmaba también Calvarrasa de Abajo. No había en el lugar préstamos de particulares destinados a la Catedral.
Para el Beneficio diezmaba sobre las mismas especies que las anteriores; a la Propiedad del Beneficio lo hacía solo con el trigo, la cebada y los menudos; a la Fábrica de la Catedral lo hacía con todas las especies registradas anteriormente y de igual modo a la Propiedad de la Fábrica lo hacía solo por trigo y menudos. Lo correspondiente a la Media Ración lo hacía con las especies habituales de este diezmo, siendo el de la Propiedad solo con trigo y cebada.
El Libro de los Lugares y Aldeas del Obispado de Salamanca, ofrece los primeros datos correspondientes al Siglo XVII. Este trabajo, realizado entre 1604 y 1629, ofrece la primera gran imagen del lugar. Comienza incluyendo el lugar en el Arcedianato de Salamanca. A continuación cifra en 216 los vecinos, para pasar a describir los edificios de carácter religioso ubicados en el término. Respecto a la iglesia mayor, la de San Pedro, dice que tiene una muy buena torre de cantería, el cuerpo de la iglesia está bien maderado, la capilla mayor es de cantería, está levantada la obra que se puede ya cubrir y solo le falta un arco que ha de ser de cantería, porque así son los otros tres correspondientes y este arco se ha de cubrir de bóveda de ladrillo porque debajo de él ha de caer el altar mayor, los demás se cubrirán de madera por la tiene, la iglesia está muy desacomodada porque como está la capilla descubierta entra la nieve hasta el altar mayor, que está ahora debajo de la tribuna.
Menciona a continuación los ingresos y gastos relacionados con la iglesia. Así, es beneficio curado valía 300 ducados con el ingreso; el préstamo era de la Catedral. Había una ración que valía 30.000 maravedíes, a proveer del mes que vacare; la poseía un hijo del médico Doctor Godínez. La fábrica valía 27.000 maravedíes, que se estaban gastando en el momento por causa de la obra, además de incluir el gasto correspondiente a un censo de 6.000 maravedíes que pagaba cada año Luis Moreno, con el fin de hacer la capilla con licencia del maestro Francisco Sánchez.
Además, existía una ermita, que se llama aquí de Santa Ana, y que no disponía de ningún tipo de renta.
Había una pía memoria fundada por Miguel Vicente y su mujer, en la cual se daban treinta y tres fanegas de trigo, y veintidós de cebada, así como seiscientos maravedíes cada año. Estas cantidades recaudadas se repartían entre los pobres del lugar por Pascua de Navidad y Flores y se repartía de forma correcta.
Había otra obra pía, fundada por Francisco Martín, de diez fanegas de trigo cada año, para casar huérfanas, con cuatro de las fanegas, siendo las otras seis destinadas a venta el día de Navidad, para que se dijesen misas por su ánima. El patrono era Pedro Martín, a cuya cuenta estaba la obra pía, y según el texto, cumplía con sus cometidos.
Incluso el documento permite conocer como vecinos de Calvarrasa de Abajo tenían algún tipo de obra religiosa fuera del lugar. Así, en Masueco, arcedianato de Ledesma, tenía un beneficio curado Francisco Andrés, natural de Calvacasa de Abaxo, del mismo obispado; valía, un año con otro, 400 ducados.
En el año 1618 se registraba un pleito en el que se vuelve a relacionar el lugar con las posesiones de miembros de la catedral. En esta ocasión es Antonio de Almansa y Vera, racionero de la catedral de Salamanca quien pleitea con Diego Moreta y Maldonado, regidor de Salamanca, sobre los réditos de un censo fundado sobre unas tierras situadas en el lugar y que el segundo debía al primero.
Un pleito curioso es el que se registra entre los años 1622 y 1629 por el cual Lucía de Recalde, de Salamanca, pleiteaba con el concejo, justicia y regimiento de Calvarrasa de Abajo sobre la acusación que formulaba Lucía, viuda de Francisco Bonal de Paz, por sí y en nombre de sus hijos contra el concejo por haber movido los mojones del término del lugar de Pelagarcía.
Muy interesante por la cantidad de datos que aporta, especialmente toponímicos, es la relación de Posesiones del Cabildo tomada en el año de 1752. Hasta este trabajo, el Cabildo de la Catedral había mostrado poco rigor al controlar e inventariar sus propiedades territoriales. Pero es algo que no ha de extrañar por el gran número de lugares en que se enclavaban sus propiedades, además de por factores tales como la posesión inmemorial y la explotación indirecta, a través del arriendo. Por ejemplo, en 1701, como resultado de apeos realizados en algunos lugares, en Calvarrasa de Abajo resultaron más de ciento y veinte huebras de tierras usurpadas. Del mismo modo, en 1726 los renteros de una de las yugadas de Calvarrasa de Abajo decían que había unas tierras que eran de dicha yugada y otros decían que eran de mostrenco, por lo que pedían al Cabildo que buscase en el archivo los instrumentos de posesión pertinentes.
De este inventario de 1752 conviene destacar una serie de aspectos importantes. El primero es el número de huebras que tenían en propiedad el Cabildo en el término, 305, lo que otorga un volumen considerable, aunque lejos de las más de mil que aparecen registradas en algunos lugares y villas. En el inventariado se procede a la división entre dos Ojas, la de las Matillas y la de la Vega. Dentro de la primera se encuentran los siguientes propietarios: Mariano Izquierda, D. José Narciso de Salamanca, el Hospital, el Beneficio del convento de Santa María de las Dueñas, José Santos, Francisco Jirón, convento de la Madre de Dios, vínculo de Pedro Curto de Miranda, el Vizconde de Huerta, Doña María de las Cañas, el Concejo, la Clerecía, tierra de San Justo y Pastor, tierra de los Pobres, tierra de Santa Clara. Además, menciona una serie de datos relativos a caminos, como son el camino de Narros, el camino de los Huertos, camino del Monte, camino de la Viñuela, camino de Castañeda, camino de Chinín, camino de Machacón, camino de Pelabravo a Machacón, camino para la Solana y camino para el Monte. Aporta también topónimos de dos lugares, las raposeras y las chiviteras; por último, permite saber que el lugar contaba con eras y el concejo disponía de un prado.
Respecto a la Oja de la Vega, los datos nuevos que aporta son los del Vínculo de José Santos como propietario y la proximidad de esta zona con el arroyo.
Ese mismo año de 1752 se realizaban las encuestas destinadas a conformar el Catastro conocido como de Ensenada por el título del Marqués que ordenó el trabajo. En ellas se hace un dibujo bastante claro de la situación de cada uno de los lugares, aldeas y villas incluidas en la Corona de Castilla. El día señalado para la encuesta fue el 20 de marzo; Francisco Vicente y José Barranco aparecen como alcaldes pedáneos, Juan Barrado y Domingo Hernández como Regidores, José Gudino como procurador, Gabriel Vicente como fiel de hechos y D. Andrés de Bustos y Vega como presbítero cura rector del lugar. Declaran que el lugar es de realengo, propio de Su Majestad; ocupaba el término media legua de terrazgo de levante a poniente y tres cuartos de legua de norte a sur, teniendo dos leguas y media de circunferencia. Lindaba con los términos de Machacón, despoblado de Cuelga, Pelabravo, despoblado de Las Fuentes, Naharros del Río, Centerrubio y Calvarrasa de Arriba. El terreno se dedicaba a la labor de secano, cultivando trigo, centeno y viñas, además de dedicar parte a pastos y estar cubierta otra parte de monte alto de encina, la alameda recién plantada y conocida como de Negrillo y otros árboles. La producción de las tierras de secano se regía por las nuevas ordenanzas que hacían dejar el segundo año la tierra en barbecho. Por la producción, las tierras se clasificaban en cuatro categorías, teniendo las cuatro solamente para la categoría de las viñas, que se plantaban en los pagos de Arriba y de Abajo; el resto de productos se cultivaban en tierras de tres calidades.
La medida utilizada para medir las extensiones de tierra es la estada, correspondiéndose los cuatrocientos estadales con una huebra de tierra; con esta medida y el reparto de calidades, la producción se componía de fanega y media para la primera calidad de trigo, cinco cuartillas la de segunda, una fanega la de tercera y tres cuartillas la de cuarta; para la de cebada se establecía una fanega para la de segunda, tres cuartillas la de segunda y la de cuarta siete celemines; las viñas se clasifican en las 400 cepas por aranzada o huebra para las de primera, 350 las de segunda, 300 las de tercera y 250 para la última calidad; por último, el monte, sin diferencia de calidades, mediaba 21 encinas por cada huebra, siendo la alameda de una cuarta de tierra y en ella se incluyen doscientos álamos. El total de huebras de que se componía el término era de 2.034, siendo 170 destinadas al trigo de primera, 418 al de segunda, 490 al de tercera y 88 al de cuarta; para el centeno 90, 124 y 100 en sus tres categorías; para las viñas 35 huebras de primera, 110 de segunda, 115 de tercera y 20 de cuarta; los prados y montes, tanto comunes como particulares, incluyendo el prado boyal, las eras, los ejidos y el solar del monte y la alameda, había seis huebras y cuarta de segunda, 96 de tercera y 155 y tres cuartos de cuarta.
El valor que se otorgaba a la fanega era 15 reales al trigo, ocho al centeno, siete a la cebada, seis la de garrobas, cuatro a la de bellota, dos y medio cada cántara de vino, cada becerro de desmadre 44, 260 cada mula lechuza, 150 cada macho mular, cada potra 80, 30 cada potro, 20 cada jumento, cinco cada cerdo mamón, cada cordero seis, cada cabrito cinco, la arroba de lana 20, la de queso 18, el pavipollo diez cuartos y el pollo seis.
Los impuestos sobre la producción agrícola y ganadera eran, como en el resto de lugares, el Diezmo, la Primicia y el Voto de Santiago. La Primicia comprendía media fanega de producto y una cántara de mosto y el voto de Santiago otra media fanega. Las primicias se dividían en tres, correspondiendo dos al Beneficio Curado y una al Préstamo; Respecto al diezmo, se dividía en nueve partes, de las cuales tres eran para el Cabildo de la Catedral, dos de tercias, dos para el Beneficio Curado del lugar, otra de Beneficio de este lugar, media ración correspondía a D. José Pérez Torrecilla, vecino de Castroviejo, y la otra para la fábrica de la iglesia.
Respecto a la ganadería, la falta de esquileo en el lugar, hacía que cada vecino esquilase su ganado en casa. Había 19 colmenas, todas propiedad de Domingo González, el cual las tenía todas en un corral. Francisco Vicente mantenía cuatro vacas todo el año en Centerrubio, y 230 cabezas de ganado lanar desde San Martín a mediados de abril, mientras que José Gudino mantenía todo el año 160 ovejas en el término de Santa Marta, y tres vacas en tierra de Ledesma. Antonio Vicente traía por temporada 160 cabezas de lanar, Lorenzo Santos otras 60, Juan Hernández 28 en término de Centerrubio y otras diez Juan Garriza Menor, además de doce cabezas de cabrío que tiene en Machacón. María Barrado, viuda, traía otras 100 cabezas de cabrío que pastaban en Utero, además de otras 40 que mezclaba con las de ella su criado, Miguel García.
La población se componía de 73 vecinos, todos asentados en el núcleo urbano, disponiendo de 99 casas, 71 con moradores y 20 sin ellos, además de ocho inhabitables o arruinables. Del resto de las construcciones se mencionan diez bodegas, dos lagares y un tercero en ruinas, 12 pajares separados de las casas. Las propiedades del concejo eran una casa en la que celebra las reuniones; con separación en la misma estaba la alhóndiga, y un corral para encerrar los ganados que no producían más que daños. Tenía también 50 huebras de tierra en la Oja de las Matillas y 46 en la de la Vega, que rinden media fanega de centeno cada uno en los años que se siembran. También era de su propiedad el prado Boyal, por uso del cual pagan los agricultores por yuntas. Respecto al cobro de derechos, el concejo tenía el cobro por la taberna y albacería, que eran de ordinario 270 reales. En materia de gastos tenía el concejo el pago al fiel de hechos, al Guarda de Campo, la cera del Monumento de Jueves Santo, el Predicador de Cuaresma, así como algunas limosnas a monasterios y otros.
Se consideran por los representantes del pueblo, muy pesadas las cargas impositivas que desde el gobierno recaen en el lugar, pese a reconocer que habían sido rebajadas por merced de Su Majestad en 1750 en más de 700 reales, manifestando penuria de medios en los vecinos para afrontar los pagos requeridos.
El reparto por oficios comprendía un Escribano de hechos, que no percibía salario fijo por su trabajo, pues se nombra en concejo, otorgándosele al del presente año cuarenta reales. Además, había un sangrador que recibía al año 67 fanegas y media de trigo, que juntaba con otras 20 que le pagaba el concejo de Pelabravo. Un sacristán, Gabriel Vicente, que cobraba catorce fanegas de trigo. Dos cilleros, que percibían treinta ducados por mitad, que eran en ese momento Manuel Martín y Juan Antonio Barrado. Un guarda de campo y monte, que percibía 23 fanegas de trigo, llamado Felex Boyero. Un guarda de ganado de cerna y asnal, que cobraba por su trabajo y el de un hijo 68 fanegas de trigo. Eran estos Alonso Borrego y su hijo Bernardo. Un bueyero, Antonio Hernández, que ganaba 30 fanegas de trigo. Por último, un tamborilero, Manuel Hernández, que percibía 80 reales.
Respecto a los oficios menestrales se registraban dos herreros, Alonso Ejido, que recibe por su trabajo 130 fanegas de trigo que le pagan los labradores de este lugar y de las alquerías de Centerrubio, Amato y Andrés Bueno, además de 600 reales por el herraje de los bueyes, y José López, que se hallaba en el momento ausente por estar en el monasterio de San jerónimo, extramuros de la villa de Alba, a quien se le consideraba que ganaba 400 reales al año. Un sastre, Gabriel Vicente, que se le considera gana tres reales al día; un zapatero, Francisco Hernández, que se estima su sueldo igual que el del sastre. Ninguno de estos tenía oficiales ni aprendices. Los jornaleros del campo se cifraban en trece, regulándoselos dos reales al día durante los 120 días que Su majestad estimaba su trabajo anual; 29 labradores a quienes se les consideraba el mismo jornal, pero con una extensión anual de 180 días. Solo había un clérigo, el ya mencionado Andrés de Bustos y Vega.
Siglos XIX y XX
La Guerra de la Independencia marcó los primeros años del siglo XIX. Los sucesos registrados en toda España tuvieron también su eco en los territorios salmantinos, máxime teniendo en cuenta el interés de Napoleón Bonaparte por conquistar los territorios portugueses, puesto que los consideraba la puerta de entrada del hostil enemigo inglés. Por ello, los territorios de la frontera, y Salamanca como la gran ciudad próxima a ella, registrará el paso de tropas en diferentes ocasiones.
El Diccionario Geográfico Estadístico de Madoz ofrece la imagen de Calvarrasa de Abajo a mediados del siglo XIX. La menciona como lugar con ayuntamiento al que están agregados los despoblados de Amatos del Río y Andrés Bueno, y la alquería de Centerrubio, en la provincia, partido judicial, administración de rentas y diócesis de Salamanca, audiencia territorial y capitanía general de Valladolid. Caracteriza el cielo como nebuloso por estar su terreno más bajo que el Tormes, y de clima frío pero sano. Había 132 casas, en calles espaciosas, irregulares y poco limpias; escuela de primeras letras dotada con 1.300 reales; iglesia servida por un párroco, un sacristán y dos monaguillos; el agua se surtía de dos o tres pozos. Los límites en esa época eran al norte con Narros del Río y Centerrubio, este con Machacón y Cuelgamuros, sur con Pelabravo y Calvarrasa de Arriba y oeste con el mismo Pelabravo y Narros del Río. El terreno le calificaba como de mediana calidad, labrándose a dos hojas, sobre 2.034 huebras. El monte estaba ya poco poblado y se ubicaba al sureste, y una alameda de negrillos. Los caminos se hallaban en mediano estado. Estaba en proyecto la calzada que pasando por Ávila habría de conducir a la Corte, la actual carretera nacional que cruza el municipio. Los productos eran centeno, cebada y cría de ganado lanar, en número de más de 1.000 cabezas, vacuno para labor, cerdos, caballerías mayores y caballerías menores. El número de vecinos era de 107, 468 almas. Capitaba con 697.600 reales.
La evolución de la población en la segunda mitad del siglo XIX permite establecer una pauta de mantenimiento del número de habitantes, con un ligero incremento constante, que permitió pasar de los 516 habitantes en 1857 a los 675 del año 1900. Esta tendencia se mantuvo, aunque con notables altibajos en la primera década del siglo XX, alcanzando en el año 1950 los 841 habitantes.
Durante la Guerra Civil Calvarrasa perteneció siempre al territorio controlado por las milicias autodenominas como Nacionales, junto al territorio cercano a la capital de la provincia, la cual fue elegida el 1 de octubre de 1936 como la capital del bando franquista, la capital denominada Blanca, frente a la capital Roja, Madrid. La situación llevó a Salamanca a todo el aparato dirigente del bando nacional, hasta que a finales del siguiente verano el mando militar, con el General Francisco Franco al Frente partió hacia Burgos. Con ello la ciudad no perdía toda su relevancia dentro del bando, como plaza de retaguardia.
El 6 de abril de 1938 se creó el Servicio Nacional de Reforma Económico Social de la Tierra en sustitución del Instituto de Reforma Agraria, y después, en octubre de 1939, ya finalizada la Guerra Civil, el Instituto Nacional de Colonización, al que sucedería, finalmente, el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario. Las orientaciones tanto del INC como del posterior IRYDA siguieron tres rumbos: acomodar en nuevos poblados o barrios a quienes quedaban sin hogar y tierra por invadirlos los nuevos embalses, culminar el proceso de colonización donde se había iniciado en los años 20 del siglo y, sobre todo, ampliar o completar estos vinculándolos a los planes de grandes regadíos o a favor de ellos. Así, en el caso de los afectados del río Tormes se optó por ubicarlos en pagos y terrazgos regados con los canales derivados del mismo río. El complejo creado para el Tormes comprendía tres sectores, estando el término de Calvarrasa de Abajo encuadrado en el segundo. Este sector se servía del azud de Villagonzalo y del de Babilafuente. El INC compró parte de los términos de Villagonzalo de Tormes, Machacón, Huerta, Aldearrubia, Calvarrasa de Abajo, Pelabravo, Carbajosa de la Sagrada y Santa Marta, completando 5.940 Has., para asentar en principio a 240 colonos, bien en esos mismos lugares, bien en otros o en los núcleos construidos de Francos, Nuevo Amatos, Nuevo Naharros y Cilloruelo. Se proyectaba de esta manera la construcción de Nuevo Amatos y del resto nuevos núcleos relacionados con la repoblación del Tormes, siempre en el marco de una política de repoblación que había sido puesta ya en marcha, con sistemas diferentes, en la II República.
También adquirió la finca de Andrés Bueno, situada en el término municipal. Esta finca, al iniciarse la segunda mitad del siglo XVIII pertenecía a las monjas clarisas de Salamanca, principales propietarias, quienes la explotaban mediante un rentero, morador de la única vivienda existente. El 78´3% se aprovechaba con cereal de invierno, en año y vez, siendo prado el resto. A pesar de estar inmediato al río y sometido a sus inundaciones, el mismo rentero procuraba disponer diez meses del año de otra finca en arriendo para completar el alimento del medio millar de ovinos que poseía. En 1857, ya desamortizado Andrés Bueno, aumentó su población a 12 personas, pero terminó despoblándose. Ahora, el INC dedicaba todo el espacio a cultivo cerealista de secano y a huerta, trabajadas desde lugares próximos.
En la segunda mitad del siglo XX, especialmente en las décadas de los años 50 y 60, se produjo a nivel nacional una fuerte emigración desde el campo a la ciudad, buscando una mejoría en la calidad y condiciones de vida, que la modernización de los grandes núcleos poblaciones ofrecía, con una fuerte demanda de mano de obra y superior oferta de servicios a disposición del recién llegado. Calvarrasa superó, en términos totales de población, esa crisis general, pues no llegó a perder población en valores absolutos; así, la población se mantuvo en número en los años 50 y aumentó significativamente en el censo de 1970.
Las causas del éxito poblacional en esos difíciles momentos hay que buscarlos en la cercanía a la ciudad de Salamanca y su magnífica comunicación con ella por la carretera nacional N-501 y en el aumento de la productividad agrícola, consecuencia de la implantación y mejora de las infraestructuras específicas agrarias.
El último cuarto del siglo XX y el principio del siglo XXI han acentuado los beneficios de esa situación privilegiada, aprovechando el municipio, en la medida de lo posible, su ubicación en una carretera con importante volumen de tráfico para desarrollar negocios e instalaciones hosteleros que ofertan al viajero los servicios que requiere. Además y especialmente desde la construcción de la variante de Santa Marta, la disminución del tiempo de llegada a la capital ha propiciado la incipiente instalación de naves industriales de pequeño tamaño que aprovechan la cercanía a la capital y las ventajas económicas de su instalación en el término.